domingo, 17 de mayo de 2015

index

INTRODUCCION 1.-


Indice



  1. Primero 
  2.   Segundo 
  3.   Tercero 
  4.   Funciones






Primero

 –¡Oh, qué estupendo! –gritó encantado Colin. –Pero eso no es todo –dijo Mary pálida y con gran seriedad–. El resto es aun mejor.











Segundo

Encontré la puerta que da al jardín. Si Colin hubiera sido un niño sano, posiblemente habría gritado: ¡Hurra, hurra!, pero como era débil y algo histérico, sólo abrió mucho los ojos y respiró para tomar aire. –¡Oh Mary! –casi sollozó–. ¿Podré entrar en él? ¿Crees que viviré y podré verlo? –le dijo mientras agarraba sus manos atrayéndola hacia él. –¡Por supuesto que lo verás! –replicó Mary indignada–.






No seas tonto.

Tercero

La naturalidad de ella lo hizo volver a la realidad y rió de sí mismo. Poco después ella le contó cómo era el jardín en la realidad. Al escucharla, Colin sintió que los dolores y el cansancio desaparecían. –Parece como si ya lo hubieras visto –dijo al fin. –Lo he visto y he estado en él. Encontré la llave y entré hace varias semanas. No me atreví a contarte porque tenía miedo de no poder confiar por completo en ti –contestó Mary, francamente. 




Ir al principio INTRODUCCION

viernes, 15 de mayo de 2015

Com fer una entrada dins de la mateixa pàgina

Títol





  Introducción 
¡Oh, qué estupendo! –gritó encantado Colin. –Pero eso no es todo –dijo Mary pálida y con gran seriedad–. El resto es aun mejor. Encontré la puerta que da al jardín. Si Colin hubiera sido un niño sano, posiblemente habría gritado: ¡Hurra, hurra!, pero como era débil y algo histérico, sólo abrió mucho los ojos y respiró para tomar aire. –¡Oh Mary! –casi sollozó–. ¿Podré entrar en él? ¿Crees que viviré y podré verlo? –le dijo mientras agarraba sus manos atrayéndola hacia él. –¡Por supuesto que lo verás! –replicó Mary indignada–. No seas tonto. La naturalidad de ella lo hizo volver a la realidad y rió de sí mismo. Poco después ella le contó cómo era el jardín en la realidad. Al escucharla, Colin sintió que los dolores y el cansancio desaparecían. –Parece como si ya lo hubieras visto –dijo al fin. –Lo he visto y he estado en él. Encontré la llave y entré hace varias semanas. No me atreví a contarte porque 


  El esqueleto 
¡Oh, qué estupendo! –gritó encantado Colin. –Pero eso no es todo –dijo Mary pálida y con gran seriedad–. El resto es aun mejor. Encontré la puerta que da al jardín. Si Colin hubiera sido un niño sano, posiblemente habría gritado: ¡Hurra, hurra!, pero como era débil y algo histérico, sólo abrió mucho los ojos y respiró para tomar aire. –¡Oh Mary! –casi sollozó–. ¿Podré entrar en él? ¿Crees que viviré y podré verlo? –le dijo mientras agarraba sus manos atrayéndola hacia él. –¡Por supuesto que lo verás! –replicó Mary indignada–. No seas tonto. La naturalidad de ella lo hizo volver a la realidad y rió de sí mismo. Poco después ella le contó cómo era el jardín en la realidad. Al escucharla, Colin sintió que los dolores y el cansancio desaparecían. –Parece como si ya lo hubieras visto –dijo al fin. –Lo he visto y he estado en él. Encontré la llave y entré hace varias semanas. No me atreví a contarte porque 


  Los músculos 
¡Oh, qué estupendo! –gritó encantado Colin. –Pero eso no es todo –dijo Mary pálida y con gran seriedad–. El resto es aun mejor. Encontré la puerta que da al jardín. Si Colin hubiera sido un niño sano, posiblemente habría gritado: ¡Hurra, hurra!, pero como era débil y algo histérico, sólo abrió mucho los ojos y respiró para tomar aire. –¡Oh Mary! –casi sollozó–. ¿Podré entrar en él? ¿Crees que viviré y podré verlo? –le dijo mientras agarraba sus manos atrayéndola hacia él. –¡Por supuesto que lo verás! –replicó Mary indignada–. No seas tonto. La naturalidad de ella lo hizo volver a la realidad y rió de sí mismo. Poco después ella le contó cómo era el jardín en la realidad. Al escucharla, Colin sintió que los dolores y el cansancio desaparecían. –Parece como si ya lo hubieras visto –dijo al fin. –Lo he visto y he estado en él. Encontré la llave y entré hace varias semanas. No me atreví a contarte porque ¡Oh, qué estupendo! –gritó encantado Colin. –Pero eso no es todo –dijo Mary pálida y con gran seriedad–. El resto es aun mejor. Encontré la puerta que da al jardín. Si Colin hubiera sido un niño sano, posiblemente habría gritado: ¡Hurra, hurra!, pero como era débil y algo histérico, sólo abrió mucho los ojos y respiró para tomar aire. –¡Oh Mary! –casi sollozó–. ¿Podré entrar en él? ¿Crees que viviré y podré verlo? –le dijo mientras agarraba sus manos atrayéndola hacia él. –¡Por supuesto que lo verás! –replicó Mary indignada–. No seas tonto. La naturalidad de ella lo hizo volver a la realidad y rió de sí mismo. Poco después ella le contó cómo era el jardín en la realidad. Al escucharla, Colin sintió que los dolores y el cansancio desaparecían. –Parece como si ya lo hubieras visto –dijo al fin. –Lo he visto y he estado en él. Encontré la llave y entré hace varias semanas. No me atreví a contarte porque