Títol
Introducción
¡Oh, qué estupendo! –gritó encantado Colin.
–Pero eso no es todo –dijo Mary pálida y con gran seriedad–. El resto es aun mejor.
Encontré la puerta que da al jardín.
Si Colin hubiera sido un niño sano, posiblemente habría gritado: ¡Hurra, hurra!, pero
como era débil y algo histérico, sólo abrió mucho los ojos y respiró para tomar aire.
–¡Oh Mary! –casi sollozó–. ¿Podré entrar en él? ¿Crees que viviré y podré verlo? –le
dijo mientras agarraba sus manos atrayéndola hacia él.
–¡Por supuesto que lo verás! –replicó Mary indignada–. No seas tonto.
La naturalidad de ella lo hizo volver a la realidad y rió de sí mismo. Poco después
ella le contó cómo era el jardín en la realidad. Al escucharla, Colin sintió que los
dolores y el cansancio desaparecían.
–Parece como si ya lo hubieras visto –dijo al fin.
–Lo he visto y he estado en él. Encontré la llave y entré hace varias semanas. No me
atreví a contarte porque
El esqueleto
¡Oh, qué estupendo! –gritó encantado Colin.
–Pero eso no es todo –dijo Mary pálida y con gran seriedad–. El resto es aun mejor.
Encontré la puerta que da al jardín.
Si Colin hubiera sido un niño sano, posiblemente habría gritado: ¡Hurra, hurra!, pero
como era débil y algo histérico, sólo abrió mucho los ojos y respiró para tomar aire.
–¡Oh Mary! –casi sollozó–. ¿Podré entrar en él? ¿Crees que viviré y podré verlo? –le
dijo mientras agarraba sus manos atrayéndola hacia él.
–¡Por supuesto que lo verás! –replicó Mary indignada–. No seas tonto.
La naturalidad de ella lo hizo volver a la realidad y rió de sí mismo. Poco después
ella le contó cómo era el jardín en la realidad. Al escucharla, Colin sintió que los
dolores y el cansancio desaparecían.
–Parece como si ya lo hubieras visto –dijo al fin.
–Lo he visto y he estado en él. Encontré la llave y entré hace varias semanas. No me
atreví a contarte porque
Los músculos
¡Oh, qué estupendo! –gritó encantado Colin.
–Pero eso no es todo –dijo Mary pálida y con gran seriedad–. El resto es aun mejor.
Encontré la puerta que da al jardín.
Si Colin hubiera sido un niño sano, posiblemente habría gritado: ¡Hurra, hurra!, pero
como era débil y algo histérico, sólo abrió mucho los ojos y respiró para tomar aire.
–¡Oh Mary! –casi sollozó–. ¿Podré entrar en él? ¿Crees que viviré y podré verlo? –le
dijo mientras agarraba sus manos atrayéndola hacia él.
–¡Por supuesto que lo verás! –replicó Mary indignada–. No seas tonto.
La naturalidad de ella lo hizo volver a la realidad y rió de sí mismo. Poco después
ella le contó cómo era el jardín en la realidad. Al escucharla, Colin sintió que los
dolores y el cansancio desaparecían.
–Parece como si ya lo hubieras visto –dijo al fin.
–Lo he visto y he estado en él. Encontré la llave y entré hace varias semanas. No me
atreví a contarte porque
¡Oh, qué estupendo! –gritó encantado Colin.
–Pero eso no es todo –dijo Mary pálida y con gran seriedad–. El resto es aun mejor.
Encontré la puerta que da al jardín.
Si Colin hubiera sido un niño sano, posiblemente habría gritado: ¡Hurra, hurra!, pero
como era débil y algo histérico, sólo abrió mucho los ojos y respiró para tomar aire.
–¡Oh Mary! –casi sollozó–. ¿Podré entrar en él? ¿Crees que viviré y podré verlo? –le
dijo mientras agarraba sus manos atrayéndola hacia él.
–¡Por supuesto que lo verás! –replicó Mary indignada–. No seas tonto.
La naturalidad de ella lo hizo volver a la realidad y rió de sí mismo. Poco después
ella le contó cómo era el jardín en la realidad. Al escucharla, Colin sintió que los
dolores y el cansancio desaparecían.
–Parece como si ya lo hubieras visto –dijo al fin.
–Lo he visto y he estado en él. Encontré la llave y entré hace varias semanas. No me
atreví a contarte porque
viernes, 15 de mayo de 2015
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